viernes, 15 de mayo de 2009
Champagne
"Nada más á propósito que unas cuantas botellas del esquisito licor que sirve de epígrafe a
este capítulo para terminar alegremente una suculenta comida.
Nada más admirable para sostener la animación y el chiste en las orgías de los libertinos y
en los festines de los poderosos.
Al anotar esta palabra, surge el recuerdo de que el Champagne es una bebida muy deliciosa,
pero muy cara.
Incompatible con el estómago de los desheredados.
De los poetas y maestros de escuela, por ejemplo.
Verdad es que para estos son incompatibles hasta las patatas.
Esto es muy cierto, pero también muy doloroso.
Porque los maestros podian tener el derecho de comer y de almorzar tan dignamente como
un político de nuestros tiempos.
Sin embargo, el único derecho que se les reconoce, es el derecho de morirse de hambre.
Y la mayor parte abusan de él de una manera lastimosa .
Pero volvamos al Champagne del que debemos ocuparnos, para desechar tristes ideas.
A la vista del espumoso líquido surge en la mente un cúmulo de consideraciones.
La sociedad puede compararse á una copa de este licor, que se desborda como él y traspasa los
límites en que se quiere contenerla .
Las clases desaparecen y se confunden, como tratan de confundir el falso Champagne y el ver-
dadero.
Esto último es una desgracia . Lo primero el principio de una felicidad.
No deberían existir más que dos clases.
Los hombres de bien, y los que no lo son.
La única y verdadera nobleza reside en los primeros, aunque los segundos puedan cubrir un
palacio con sus pergaminos.
Además, que todos hemos tenido un ascendiente noble.
El ascendiente de referencia era Noé.
La humanidad padece á veces olvidos incomprensibles.
Si Noé resucitara, reclamaría por lo menos el titulo de marqués del Arca, que le correspondía
por derecho de ocupación.
Noé trae á la memoria el cultivo de las viñas.
Y por consiguiente, el vino y el Champagne.
En el fondo de una copa de esté licor, sobre todo estando entre dos luces, se descubre siem-
pre alguna imagen de color de rosa .
Al llevarla á los labios, las ideas adquieren un matiz igual, brotan las ilusiones,, se escitan
los sentidos, y la lengua más torpe, adquiere una prodigiosa flexibilidad...
El conde de Mina de Oro era partidario del Champagne... "
Ceballos Quintana
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