viernes, 15 de octubre de 2010

Sueño de la Viuda



“De aquellas dulces noches se acordaba
que con su buen marido ella dormia!
Y muchas, creo yo, que ella soñaba,
que entre sus blancas piernas le tenia
y quisiera durara el sueño un ano
por hurtarle la vuelta al desengaño

Pues como una, entre otras, sucediese
que un semejante sueño ella soñase,
y como si el marido alli estuviese,
aunque dormia, asi se menease.

Parece que el marido le dijese
que porque de la carga descansase,
se pusiera ella encima y él debajo
y asi repartirian el trabajo

Agradale el consejo a la señora,
en su dulce soñar perseverando,
y vuélvese a do estaba la Teodora
hacer, lo que soñaba, deseando.

Sobre la cual subiendo, y al ahora
con ella estrechamente se abrazando,
procede con su sueno felizmente
que la Teodora duerme y no lo siente

(...)
Dos horas después questo sucediera,
no sé si con los sones de la cama,
o por lo que decir querra cualquiera
segun los varios dichos de la fama,
despiertan como estaban, abrazadas
En verse asi, quedaron espantadas.

La de debajo, como era doncella,
esta turbada y calla temerosa
mas la duena questaba encima della
comiénzala a decir muy amorosa
-Yo no sé si eres él o si eres ella.
Respondeme, que soy muy cuidadosa,
porque de la mujer tienes el nombre
y tus hechos no son sino de hombre.

Responde la Teodora muy turbada:
-Senora, yo no sé qué responderme.
Estoy de mi figura tan mudada
que no puedo a mi misma conocerme.
De lo que agora soy, yo no sé nada,
ni quién varon de hembra pudo hacerme.
Verdad es que después de ser dormida
soñé que era en hombre convertida.

-Sin duda -dijo luego la senora-
y esa es la causa de lo que ha pasado.
Por tanto dime, amor es? Dime agora...
Dime, mi vida, qué es lo que has soñado?
Que en ese mismo punto y misma hora
un sueño soné yo tan concertado
con ese que tu dices que has tenido,
cuanto lo es el efecto sucedido.

Responde la Teodora convertida
en Teodoro, un mancebo muy apuesto:
-Luego que a prima noche fui dormida
soñé ser hombre, como ya he propuesto
y que siendo por mi vos requerida,
y no faltando a vos voluntad desto,
en esta cama, al fin, nos acostamos
y nos pusimos como agora estamos.

La dueña, vuelta en gozo y alegria
de que tan bien su sueno hubo acertado,
el sueño y la soltura bendecia
y al punto y hora en que fue soñado;
y su sueño a Teodora le decia,
para el uno con otro cotejando
viese cuan bien las dos se concertaron
y los dichosos sueños que soñaron.

Tómale después entre las manos
el miembro genital recién nacido,
al qual daba loores soberanos
poniéndole contino este apellido:

-¡O padre universal de los humanos
de quien tantas naciones an salido!
¡Tú solo das contento a las mugeres
y en ti se cifran todos sus plazeres!

Furiosamente a todas acometes,
y con mayor ardor a los doncellas,
entre las quales, quando te entremetes,
a la primera buelta triunphas dellas.

Tienes tanto dulçor quando te metes,
que aquel dolor que entonçes sienten ellas,
es puntilla del agro que se añade
al muy dulce manjar porque no enfade.

Entre casadas eres tan contino
que, si discretas son, nunca te dejan,
y aunque tengan hecho ya el camino
por más gustar se duelen y se quejan.

Mas como vienes luego y tomas tino,
y ellas mesmas la entrada te aparejan,
entras muy orgulloso y entonado
y sales muy humilde y despechado.

Viudas como yo, Dios sabe quántas
noches no duermen sin tu compañía,
de aquestas nunca vivo te levantas
por más que traygas brío y osadía.

Mas son sus artes y sus mañas tantas,
según se muestra por la mano mía,
que si cinqüenta veçes te marchitan
cinqüenta mill y más te resucitan.

Pues que quanto tú entras denodado
entre las debotísimas beatas,
donde encuentras un virgo remendado
que de solos tres golpes desbaratas.

Allí eres querido y regalado,
pues nunca das herida, que no matas,
y quando las matases desa suerte
sería darles vida con la muerte.

Tú das también el dote a muchas tristes
que huérfanas sus padres las dejaron,
y a las que están desnudas, tú las vistes
y a muchas das remedio que enfermaron.

Ninguna muger ay que no conquistes
y a las que de tus burlas se pribaron
más hazen con la gana y los deseos
que nosotras con obras y meneos.

Desde la mayor reyna hasta la esclava
ninguna muger ay que te aborrezca,
la ques autora no se muestra brava
y no porque desea que anochezca.

Aquella que mirarte rehusaba,
yo fiador que antes que amanezca
ella te ponga tal, aunqués muy sancta,
que llegues con los pies a la garganta.

¡O parte de quien naçe todo el todo,
herida sin lisión en la cabeça,
perdida por vençer del mismo modo
que vienes a perder la fortaleza!

Quien no te quiere, póngase de lodo
y pugne y vença a su naturaleza.
Sin quien no puedo ser, no quiero vida
ques vida violenta y aburrida.

Fray Melchor de la Serna,

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